1.2.11

.colgado del suelo.

La vio llorar al final del pasillo. estaba empotrada contra la pared con las manos apoyadas a lo alto. estaba desnuda, completamente desnuda, y la sangre se le desbordaba por su espalda formando el nombre de quien la encontró allí. era él mismo, se veía reflejado con los puños cerrados pero no quería recordarlo. sabía que ella estaba allí por él, tendida en la gravedad del dolor. lloraba, no paraba de llorar. y a la vez que él avanzaba pasos hacia ella el ruido del dolor aumentaba. no le quería. no le quería cerca. le hizo tanto daño que él ni siquiera se acordaba. ella le gritó todo lo que sucedió la última noche que pasaron juntos, donde un grito pudo matar todos los minutos. ansiedad, desesperación, separación. tres niveles de poca lógica, donde la locura cerró el candado del deseo. su nombre en sangre pintado en la espalda que había cargado con él durante tanto tiempo, temblaba. y nunca dejaría de hacerlo si tuviese que estar allí de por vida. culpable, siempre culpable... enferma, perversa. en ese momento, él se durmió colgado del suelo, asegurado que ella siempre estaría allí. y en un abrir y cerrar de ojos, no estaba. la buscó, la buscó mil veces, pero no la encontraba. giró en una de las esquinas del laberinto, y vio pintada en la pared una puerta, hecha de pesadillas, mentiras, y lágrimas...todo pintado de sangre cansada. ella misma la dibujó, y con dolor se atrevió a soñar que podía atravesar aquella puerta sin acabar muerta. 
.k.

No hay comentarios:

Publicar un comentario